Una buena postura corporal es aquella en que el cuerpo se mantiene erguido y con la espalda recta, lo que permite tener una oxigenación adecuada y evitar los problemas de columna y de los músculos. El cuerpo excesivamente inclinado hacia delante, en cambio, dificulta la respiración, comprime los órganos de la digestión y puede generar problemas como escoliosis o lumbago.
Existen diversos tipos de factores que pueden afectar a la postura corporal. Están los que tienen que ver con el tono muscular o la longitud de las extremidades, o bien los emocionales, que harán que esté más o menos erguida en base a su tristeza o alegría. Por otro lado, están los que tienen que ver con la silla en la que nos sentamos, la cama en la que dormimos o incluso el tamaño y el peso la mochila que llevamos a nuestra espalda.
La postura corporal correcta, en definitiva, implica la alineación simétrica y proporcional de los segmentos corporales alrededores del eje de la gravedad. El no tener una buena postura corporal traerá consigo molestias o dolores corporales muy diversos es por eso que recomendamos controlar la columna periódicamente desde edades tempranas para prevenir problemas posturales que son comunes en el adulto.