Cuando el médico confirme que no existe contraindicación para hacer ejercicio, podemos iniciar, siguiendo pautas que dependerán de nuestro estado físico y de lo acostumbradas que estemos a realizar actividad física.
Si no sos de hacer ejercicio, hay que comenzar paulatinamente durante el primer trimestre y a un nivel de esfuerzo bajo para ir de a poco subiendo la intensidad del ejercicio. Deberás de estar atentas a que el ejercicio no nos cause dolor, sensación de “falta de aire” o cansancio excesivo.
Recordemos que realizar una actividad física es practicar cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía, y que se practica de manera regular.
Si estas acostumbrada a una intensidad fuerte de ejercicio físico, es conveniente rebajarlo y como es lógico tampoco se pueden practicar deportes de riesgo o de impacto excesivo.
¿Y cuándo dejar de hacer ejercicio en el embarazo?
Si el embarazo marcha sin dificultades durante el segundo trimestre, este sigue siendo una etapa ideal para la práctica de ejercicio.
En el tercer trimestre, seguramente deberás bajar el ritmo de ejercicio, y es en esta etapa en la cual podemos iniciar o intensificar los ejercicios de preparación al parto.
Hasta el último momento antes del parto es bueno caminar a buen ritmo; esta es la mejor de las opciones, ya que es segura y favorecedora de la llegada del parto de manera natural una vez hemos alcanzado las 38 semanas. Esta actividad durante la recta final del embarazo, facilita el trabajo de parto debido al balanceo pélvico que se produce durante la caminata, cuando se va produciendo el borramiento del cuello uterino en la primera fase del parto, la dilatación precoz o latente.
Dejaremos de hacer ejercicio y acudiremos al médico si tenemos alguno de los siguientes síntomas: hemorragia vaginal, dificultades o esfuerzo para respirar, mareos, dolor de cabeza, molestias en el pecho, debilidad muscular, dolor o hinchazón en las pantorrillas, contracciones, reducción en el movimiento del feto, visión borrosa o pérdida de líquido por la vagina.
Es importante confirmar con el médico que el ejercicio que practicamos no es perjudicial o que nos aconseje qué sería lo mejor si no estamos habituadas a ninguna actividad física.